jueves, 20 de mayo de 2010

"Ojala te enamores"

A simple vista, sin preámbulos y con un leve prejuicio básico, podemos quizás coincidir en que desearle a otro que se enamore, es un buen augurio, un lindo pensamiento ¡Que viva el amor!

Yéndonos a antaño y tomándonos de la historia, descubrimos de buenas a primeras que existe una costumbre árabe en la que desearle a otro “Ojala te enamores” es maldecirlo.
Para ellos, ante una transacción comercial, un enamorado esta, atontado, en las nubes, distraído y pierde intensidad a la hora de negociar.  La famosa “cabecita de novia”. 
Quien no esta bajo los efectos del amor, es el dueño del poder y de si mismo, apto de ganar y sacar ventaja en lo que se proponga.

Ojala es el deseo de que algo suceda.  Ahora, si decir “ojala te enamores” es una maldición  ¿también lo es decir te amo?  ¿Será por eso que algunos no se atreven?

¿Cuando nos enamoramos estamos perdidos? ¿Perdidos de amor al encontrarlo?  Sostenemos una leve sonrisa constante ante cualquier situación, sonrisa que tal vez ni percibimos, imposible de dominar.
Los ojos, ya no ven, solo miran hacia algún punto y son la pantalla sobre la cual se proyectan imágenes que recordamos junto a nuestro amor.
No hay hambre, no hay enojos, la vida es otra cosa.

¿El enamoramiento es for ever o tiene fecha de caducidad?
Lo interesante muchas veces, es una vez desenamorado, salirse de uno mismo, pararse al costado, mirarse y decirse ¿En que estaba pensando?...Tal vez, justamente, no estabas pensando!

Roberto Galán, el pionero de los cupidos sabía bien de que se trataba.  Antes de pasar al living del amor, decía  ¿El Sr. es propietario? y una vez hechas las preguntas adecuadas, moviendo las transacciones antes de ser atontados por los deslumbramientos del amor, aunque sin importar los resultados materiales conseguidos, recién ahí concluía con un “yo me quiero casar…y usted?”

Cualquier similitud con la realidad es una pura coincidencia!

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